Durante el fin de semana Máximo Kirchner dejó en claro que quiere quedarse cuatro años más al frente del PJ Bonaerense. Y, que si es necesario, está dispuesto a competir en una interna por la conducción del partido. Fue una muestra concreta de que le interesa quedarse al frente de la principal herramienta electoral que tiene Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires.
“Todos tienen derecho. El que quiera competir, que compita. Yo asumí cuando me lo pidieron, no era mi vocación ni mi aspiración”, aseguró en una entrevista que brindó a Radio con Vos. El líder de La Cámpora dijo en público lo que ya había dicho en privado respecto a su futuro en el partido. Aseguró que meses atrás hubo un acuerdo entre Kicillof, él y Massa para continuar en su cargo en el PJ. En La Plata lo desmienten rotundamente.
En el Movimiento Derecho al Futuro (MDF) los intendentes no prestan su consenso para que Kirchner sigue en el cargo. No es una postura uniforme, pero tampoco es minoritaria. No quieren que les imponga las condiciones del armado partidario ni su liderazgo en ese esquema. La postura tiene cierta lógica. La que se presenta por delante es una disputa de poder en el medio de la gran interna que tiene el peronismo.
Hay un sector del esquema político de Kicillof que cree oportuno que el Gobernador compita en esas elecciones y legitime su conducción en todos los escalafones del peronismo bonaerense. Significaría ir por todo como parte de una estrategia de consolidación contundente de su liderazgo político dentro del justicialismo provincial. “Si Axel quiere ser presidente, tiene que romper con estos chicos”, reflexionó un jefe comunal del conurbano.

Esa idea no tiene asidero en la gobernación. “Axel no va a estar a la cabeza del partido. Todos los intendentes lo tienen claro”, explicaron en La Plata. Si Kicillof como opción para competir, y frente a una eventual interna, el esquema del Gobernador deberá buscar un candidato para competir o para forzar una lista de unidad en la que haya un acuerdo entre las partes.
De todas formas, en el MDF no creen que el camporismo realmente quiera competir en una interna. “No creo que se animen. Pero sería una buena cancha para discutir la interna”, argumentó uno de los intendentes más cercanos al Gobernador. Detrás de las expresiones hay una medición de fuerzas vinculada a los padrones.
En el kicillofismo dicen que La Cámpora afilió muchos militantes durante los últimos años, pero, al mismo tiempo, advierten que los PJ municipales son gobernados por los intendentes bonaerenses. Y, la gran mayoría de ellos, están en el MDF. Miden fuerzas futuras porque el poder partidario está en juego.
En el cristinismo aseguran que Máximo Kirchner “hizo un trabajo que nadie hizo” en la construcción de Unidad Ciudadana y el Frente de Todos, entre el 2017 y el 2019, y que tiene “representación institucional” en varios municipios, concejos deliberantes y en la Legislatura bonaerense. “Ha sido un factor clave en la reconstrucción del peronismo bonaerense desde el 2017 a esta parte”, sostienen cerca del líder camporista.

Además, aseguran que Kicillof fue uno de los beneficiarios de esos múltiples acuerdos que se fueron generando para la construcción de la coalición actual. “Nadie chistó cuando Cristina lo eligió como candidato a gobernador en el 2019″, advirtió un dirigente camporista, haciendo una irónica alusión a la frase del jefe de Gabinete, Carlos Bianco, que pidió “ejercer la disciplina partidaria” histórica del kirchnerismo y votar “sin chistar” las leyes mandadas por el Gobernador.
En los próximos días se pondrá en juego la unidad peronista durante las negociaciones del Presupuesto. “Esto es un toma y daca. Siempre fue así y ahora es lo mismo”, explicaron en el cristinismo respecto a los acuerdos que deberá construir Kicillof con la oposición y con los sectores internos de Fuerza Patria.
En ese cambio de figuritas, van a entrar los fondos para obras públicas, los lugares en el Banco Provincia, la Corte Suprema provincial y la Defensoría del Pueblo, y también el PJ Bonaerense. Quizás haya temas que salgan y otros que entren, dependiendo de las necesidades y las circunstancias. Pero en el cristinismo advierten que será una etapa de negociaciones cruzadas. Nadie va a levantar la mano sin chistar.
Una eventual lista de unidad partidaria sería, una vez más, el resultado de un acuerdo por conveniencia. Nadie quiere pagar el costo político de la fractura expuesta y ambos lados del mostrador juegan con el reloj de arena y apuestan a que el otro pegue el portazo primero. Mientras tanto, el tiempo pasa y la interna suma capítulos. Como una historia de nunca acabar.


