“El sistema D’Hondt favorece a los partidos grandes y a las coaliciones”: la advertencia de un divulgador matemático

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A dos días de las elecciones legislativas en Argentina, el divulgador matemático Pablo Milrud —campeón argentino de resolución de juegos de ingenio y premiado en múltiples Olimpíadas Matemáticas Internacionales— abordó las claves del sistema D’Hondt, el método de reparto de bancas que, aunque suele parecer una “caja negra” incomprensible para el público, determina de manera crucial la representación política en la Cámara de Diputados.

“El sistema D’Hondt favorece a los partidos grandes y a las coaliciones, por eso siempre conviene aliarse y no ir por separado”, sentenció Milrud, quien sorprendió con una explicación clara, lúdica y didáctica sobre este mecanismo clave, en declaraciones realizadas con Infobae en Vivo.

Durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Carolina Amoroso, Ramón Indart y Cecilia Boufflet, el divulgador profundizó sobre la importancia de entender el cálculo matemático que utilizan las autoridades electorales para asignar las bancas en la Cámara baja. Es que la distribución no es directamente proporcional, sino que existen pisos mínimos y umbrales de votos para que, efectivamente, una fuerza política consiga un cargo legislativo.

Durante la entrevista, Milrud aseguró remarcó que método elaborado por Víctor D’Hondt (1841 – 1901), un jurista belga del siglo XIX, se mantiene vigente en la Argentina como en muchos países de Europa y América. En concreto, el método propone una fórmula electoral que permite hacer una distribución de bancas proporcional a los votos obtenidos por cada agrupación política (partido o alianza).

“El D’Hondt busca un reparto proporcional para que si un partido obtiene un cuarto de los votos, obtenga un cuarto de las bancas”, subrayó Milrud.

Sin embargo, la complejidad surge porque la asignación de bancas no implica una proporcionalidad lineal, y tampoco se resuelve simplemente dividiendo el total de votos por el número de bancas disponibles. Con ejemplos prácticos, pizarra y lápiz virtual, Milrud describió cómo funciona la llamada “cifra repartidora”, que es el número que se debe ajustar para que, al dividir los votos de cada partido por esa cifra, el resultado total coincida con la cantidad de bancas en juego.

En el caso hipotético utilizado, el matemático proyectó que ocurriría con un total de 100.000 votos positivos, repartidos entre cinco alianzas políticas, identificadas con las letras “A” (38.000 votos), “B” (27.000), “C” (16.000), “D” (12.000) y “E” (7.000). Las bancas legislativas a repartir en el ejercicio son diez (10).

“Todos piensan ‘si hay cien mil votos para diez bancas, cada diez mil votos deberían valer una banca’, pero nunca ocurre así de exacto, siempre quedan sobrantes, y ahí aparece la verdadera clave del sistema”, alertó Milrud. “Justamente, el nudo es por cada cuántos votos se asigna una banca. La respuesta a eso es lo que se llama la cifra repartidora», agregó.

“Si la cifra repartidora fuera 10.000, ¿cuántas bancas le corresponden al partido “A”? Unas 3. Al “B” le corresponden 2, al “C” le corresponde 1, al “D” le corresponde 1 y E no le corresponde ninguna. ¿Cuál es el problema que tenemos? No tenemos diez. Me da 7, no pude asignar las bancas. Y esto va a pasar siempre, porque nunca los partidos van a tener bloques 10.000 votos exactos. Siempre va a haber estos sobrantes que van a complicar la cuenta», ilustró.

Lo que dice el sistema D’Hondt es voy a bajar (la cifra repartidora) lo que la tenga que bajar hasta que esta cuenta me dé diez. Así de fácil”, completó. En el ejercicio expuesto, la cifra repartidora aproximada se ajusta a 80.000 votos. En ese esquema, la cuenta termina con el siguiente resultado: 4 bancas para A, 3 bancas para B, 2 bancas para C; y 1 para D.

“Uno va bajando la cifra repartidora hasta lograr que la suma de bancas obtenidas coincida con las que hay para repartir. Así de simple, aunque la primera idea que todos tenemos suele fracasar porque el sistema exige un ajuste fino que no es tan intuitivo”, resumió.

La asignación de bancas y el cálculo para las elecciones legislativas nacionales son definidos en Argentina por la Cámara Nacional Electoral (CNE), aclaró Milrud. “Esto se hace en un segundo, en un tris”, sostuvo.

Ahora bien, para el cálculo hay que tener en cuenta otro principio: el umbral mínimo de votos. Para las elecciones a diputados nacionales, se impone un piso del 3 por ciento. “Lo cual es un poco tramposo, porque en la provincia de Buenos Aires hay 35 bancas en juego. Si tenés apenas menos del 3%, estás en condiciones numéricas de ganar una banca, pero el sistema te lo prohíbe”, explicó.

En este marco, Milrud explicó por qué el sistema electoral diseñado genera incentivos para conformar alianzas grandes: “Lo que pasa con esto es que favorece las coaliciones y a los partidos más grandes. ¿Por qué? Porque los partidos más chicos van a quedar con esos residuos durante más tiempo. Los grandes absorben mejor los residuos. Por eso, este sistema favorece las coaliciones. Siempre conviene aliarse y no ir por separado».

En otro tramo del intercambio, Milrud remarcó la importancia de los cálculos que se realizan después del cierre de cada elección, ya que no se sabe de antemano cuántos votos hacen falta para conseguir una banca, por el impacto de la cifra repartidora que se conoce recién con el escrutinio definitivo.

Además, el divulgador aclaró: “El sistema D’Hondt no solo asigna cuántas bancas gana cada partido, sino que además a los diputados o diputados que ingresan los ordena por importancia”. Sin embargo, aclaró: “Eso es algo que en Argentina y en el Código Nacional Electoral no se tiene en cuenta”.

Por otro lado, se remarcó que el voto en blanco y el impugnado no se cuenta para el reparto de bancas, por lo que el sistema solo considera los votos afirmativos.

En el caso de la elección de senadores, se opera bajo un mecanismo distinto: allí el partido más votado se lleva dos bancas y el segundo la tercera, en concepto de la minoría. “Es bastante más fácil, pero hay otro juego: si vos querés votar al partido mayoritario, que ya sabés que es muy mayoritario, ¿no te conviene votar a un tercer partido para que no gane el segundo que vos querés?“, dejó la incógnita Milrud. “Pero ¿cuánta gente va a hacer esa cuenta? Corrés el riesgo de que el gran mayoritario baje demasiado”, completó.

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