Viven en un hogar para adultos mayores y lanzaron su canal de streaming: “¿Cómo nos íbamos a imaginar estar en YouTube?”

0
5

El estudio fue una donación a la Fundación Ledor Vador, que tiene su hogar para adultos mayores en Chacarita (Maximiliano Luna)

Roberto parece distraído, cansado, o las dos cosas. Tiene 88 años y alguien empujó su silla de ruedas para ayudarlo a quedar en el lugar indicado de la mesa. Parece distraído o cansado hasta que escucha su nombre, la contraseña de que ha llegado su turno para hacerse escuchar. Entonces, como un rayo, la sonrisa le atraviesa la cara y ese pensamiento que venía cocinando se traduce en palabras que elige con calidez, con convicción y sin apuro. En un rato dirá que lo que tiene para transmitir, sobre todo, es “sabiduría, experiencia e historias”.

El cartel luminoso que dice “Estudio Ledor” está tan encendido como los micrófonos y las cámaras. Un operador pone las cortinas musicales y hace la seña de que es momento de hablar. Entonces, según de quién sea el turno, Mirta, Moshé, Lidia, Héctor o Roberto se acercan al micrófono y hacen lo suyo. Comentan las noticias del día, cuentan las peripecias de algún viaje que los llevó a alguna tierra lejana y hasta exótica, aconsejan a los que se comunican con el “Consultorio de Expertos” del que participan.

Hablan de la música y de los músicos que admiran, de los tiempos que pasaron y de los que corren, de los temas actuales que eligen estudiar para mantenerse al día. Cuentan chistes que rematan la emisión del día, contraponen sus miradas, se ponen de acuerdo, disienten, se escuchan y se hacen escuchar. Aflojan la espalda contra el respaldo de la silla cuando el operador hace la seña de que la grabación terminó. Agarran el bastón o el andador, si les hace falta, y salen del estudio al que tanto les gusta volver.

“¿Cómo nos íbamos a imaginar que de un taller de radio de repente se iba a armar esto? De repente hay que armar una columna, nos escuchan, nos hacen notas. ¿Cómo nos íbamos a imaginar estar en YouTube o en Instagram? Era imposible, y acá estamos, miranos”, dice Mirta Rosemberg, una de las participantes del taller de radio que empezó hace unos cuatro meses en el hogar para adultos mayores de la Fundación Ledor Vador, y que lanzó su canal de streaming hace apenas algunas semanas.

Roberto, Moshé, Héctor, Lidia y Mirta participan del canal de streaming: aportan columnas de actualidad, viajes, música, además de su humor y sus consejos para otras generaciones. Crédito: Maximiliano Luna

Cada semana, entre veinte y cuarenta y cinco personas forman parte de ese taller en la residencia en la que viven, con mayor o menor grado de autonomía, unas trescientas personas. Algunos de esos participantes se animaron a más: además de sumarse al taller, se meten algunas veces por semana al flamante estudio de streaming que el hogar, una institución ya emblemática dentro de la comunidad judía, inauguró tras recibir una donación que destinaron a esa innovación en su edificio de Chacarita.

“Para mí esto de hacer radio es una sorpresa enorme. Yo estoy en el hogar hace dos años y me engancho en todas las actividades. A esta vengo con mucho entusiasmo, con muchas ganas. La radio está en mi vida desde que tengo uso de razón: era el sonido de mi infancia y me acompaña hasta hoy. La prendo y escucho cada mañana. Y ahora resulta que me ponen un micrófono delante y, por un rato, me creo un cronista. Un hombre de radio. A mis hijos les pregunto si se van a bancar tener un viejo famoso y nos reímos”, cuenta Roberto Pinkus, que se dedicó toda su vida al diseño textil, el oficio que heredó de su padre.

Elías “Moshé” Eisenclach tiene 88 años como Roberto. Vivió en un kibutz, fue tornero y trabajó como viajante de juguetería durante casi cuatro décadas. Desde Neuquén hasta La Quiaca, en auto, siempre con la misma compañera: la radio. “La primera vez que vine al taller no me gustó, pero volví. Y me enganché, me empecé a sentir cómodo. Ahora la radio se ve, pasó por muchos cambios tecnológicos pero sigue ahí, haciendo compañía”.

Moshé es el especialista en llevar humor a la mesa del streaming, además de uno de los comentaristas más frecuentes de “A diario”, el ciclo del canal Estudio Ledor en el que algunos de los residentes del hogar discuten algunas de las noticias del día. Puede ser la historia de un hombre que decidió casarse con sí mismo o el crecimiento constante del consumo de huevos entre los argentinos: Moshé, Lidia, Mirta, Horacio o Roberto siempre tienen algo para aportar delante del micrófono y la cámara.

“El taller de radio surgió sobre todo para trabajar la autoestima y el empoderamiento de quienes quieran participar. Es cierto que les damos herramientas del lenguaje radial, pero sobre todo trabajamos en que se animen a decir, a combatir lo que a veces es incluso el autoprejuicio de ‘¿qué va a tener para decir este viejo?’, que está basado en una mirada que efectivamente existe hacia la vejez”, describe Gabriel Katz, especialista en gerontología y responsable del proyecto Estudio Ledor.

La soledad no deseada es un escenario frecuente para los adultos mayores

“La representación de los viejos en la sociedad y en los medios de comunicación es que son los jubilados o las víctimas de una entradera en una casa. Todo eso existe, pero también hay otra versión de las personas mayores: los que tienen historias para contar, deseos de aprender y de compartir lo que ya saben, inquietudes e intereses que no sabían que tenían”, suma Katz, y agrega: “Venimos del paradigma de asilos, un lugar que funcionaba como antesala de la muerte, como un ‘depósito de viejos’. Eso va cambiando y aparece la idea de ‘entró en la residencia y se fue para arriba’ en vez del ‘se fue para abajo’ de antes”.

Según el especialista, existe un prejuicio alrededor de los adultos mayores, por parte de la sociedad e incluso de ellos mismos, que implica despreciar las ideas que puedan compartir. “¿Sabés cuántos dicen ‘a nadie le va a importar lo que pensamos porque somos viejos’? Tratamos, a través de muchas actividades, de desmontar esa idea. Y el streaming busca que tengan una voz, que sean parte de la conversación que hasta ahora no los incluye”, describe Katz.

Lidia Brodsky tiene 89 años y vive hace tres en el hogar de la fundación. Se internó junto a su marido, cuya salud se había deteriorado. Él murió al mes de llegar y ella decidió quedarse. Quiso ser bailarina clásica pero a su padre le pareció que iba a ser muy buena, que iba a viajar por el mundo, que iba a llevar una vida demasiado libre. Estudió algunos años de Arquitectura, crió a sus hijos, se convirtió en profesora de yoga y abrió su propio centro cuando la disciplina aún no se había popularizado.

“En el hogar me invitaron a dar clases y di algunas. Participo de muchos talleres: teatro, periodismo, huerta. Y me sumé al de radio. Ahora tengo mi columna: ‘Los viajes de Lidia’. Tuve la suerte de viajar mucho, así que conté por ejemplo cuando estuve en Egipto, en la zona de las tumbas de los faraones, o en Marruecos. Escribo sobre los viajes y con eso armo la columna”, explica.

Mirta Rosemberg es profesora de Historia. Eligió hacer columnas no sobre los temas que enseñó, sino sobre actualidad:

También, como Roberto, Mirta, Héctor y Elías, ha participado de la mesa del “Consultorio de Expertos”. En ese segmento, oyentes y visitantes del hogar dejan sus dudas para que los más experimentados les hagan sus recomendaciones. A veces se trata de la mejor comida para preparar rápido si uno vive solo, a veces se trata de si conviene o no estrechar lazos románticos en el trabajo. Siempre alguien -o varios- en la mesa tienen algo para aportar, entre el humor, el consejo y la total asertividad.

Mis nietos me cuentan que me vieron en sus teléfonos, que les gustó. Están contentos con esto que estoy haciendo, y me lo demuestran. Me doy cuenta de que de repente escuchan los consejos que damos y se quedan con algo de eso”, cuenta Lidia.

Mirta Rosemberg es profesora de Historia. Dio clases en escuelas secundarias y en la universidad. Hasta hace no mucho tiempo, salía dos veces por semana del hogar de la Fundación Ledor Vador para ir a participar de distintos cursos en el Club Náutico Hacoaj. “Pero ahora voy una sola vez, dejé talleres como el de literatura, porque me quedo en el hogar para no perderme el taller de radio. Me encanta lo que hacemos, no me imaginé a dónde iba a llegar”, cuenta.

“A mí me propusieron que hiciera una columna sobre Historia, pero enseguida propuse otra cosa. Yo no quería que la columna fuera sobre algo aprendido, sino sobre algo por aprender, así que mi idea fue que sea sobre algún tema de actualidad. No sobre una noticia del día, pero sí sobre temas que son actuales ahora mismo: hice sobre Inteligencia Artificial, por ejemplo. Yo para armar una columna de cinco minutos leo toda la semana, investigo, me compro algún libro. Entonces eso me mantiene activa, pensando, aprendiendo, conociendo cosas nuevas”, describe Mirta, la más joven del grupo más estable de Estudio Ledor: tiene 79 años.

Héctor Copman es contador público y tiene 85 años. Siempre fue un aficionado a la música y tuvo sus años de pescador. “Ahora me dedico a la radio. Ad honorem, por ahora”, dice, y él y todos sus compañeros de proyecto se ríen. También se van a reír (mucho) cuando Lidia haga el esfuerzo de recordar el nombre de un escritor pero no lo logre. “Esto me pasa todo el tiempo, se me escapan los nombres”, va a decir, y Mirta, rápida, responderá: “No te creas muy original, eh”.

Moshe fue viajante durante casi cuatro décadas. La radio fue su gran compañera en el auto. Ahora está frente al micrófono (Maximiliano Luna)

Copman vive hace más de dos años en el hogar y su columna, “La escena”, es biográfica: cuenta la vida de músicos y de humoristas que admira. La que más le gustó hacer fue sobre Lalo Schifrin, también disfrutó la de Astor Piazzolla.

“Todo lo que sea un proyecto nuevo a esta altura de la vida es estimulante y genera entusiasmo. Todos nosotros estuvimos ocupados toda la vida y ahora el tiempo sobra, uno a veces no sabe qué hacer con el tiempo. Entonces tener una actividad, y que encima otros la valoren, se siente muy bien”, reflexiona Héctor.

Por ahora, el canal de Estudio Ledor no transmite en vivo. “Los contenidos llegan a YouTube y a Instagram después de un proceso de curaduría y edición de nuestro equipo de Comunicación”, describe Jéssica Presman, coordinadora de Programas de la Fundación Ledor Vador. Allí pueden verse algunas emisiones de “Consultorio de Expertos”, “A diario”, “Mirta hoy”, “La escena” y “Los viajes de Lidia”.

“En muchos casos, los años de la vejez son años de soledad no deseada”, coinciden Presman y Katz. Compartir el espacio físico y algunas actividades cotidianas es una vía para que ese escenario solitario no sea el único posible para una población que, en medio de un envejecimiento demográfico casi global, se ensancha.

“La población de todo el mundo está envejeciendo. ¿Cómo puede ser entonces que los viejos no sean parte de la conversación?”, subraya Katz. Roberto, Mirta, Moshé, Lidia y Héctor –“los Cinco Fantásticos”, como los llaman algunos en los alrededores del Estudio Ledor-, son algunos de los que se animaron a sumarse a la conversación. Así que están atentos a las señas del operador, a los pies que les dan sus compañeros para que empiecen a hablar y a las preguntas que mandan los que los escuchan y los ven. Esos a los que Mirta ya llama, con cariño y seguridad, “la oyentada”.