Un experimento fallido de química escolar dejó su cuerpo en llamas tras una explosión: un héroe inesperado y 39 operaciones

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Un fallido experimento de química escolar dejó su cuerpo en llamas tras una explosión: “Fueron 39 operaciones y 78 días internada”

El 6 de septiembre de 2022, Daniel Cuello dejó a su hija Valentina, de 17 años, en la puerta del Colegio Cristo Rey, de Córdoba Capital, a las seis y media de la mañana. Era un día normal, parte de la rutina del último año de secundaria, un tiempo de sueños, planes universitarios y la anhelada cena de egresados.

Tres horas más tarde, una llamada telefónica destrozó esa normalidad para siempre. “Me llamaron diciéndome que Valentina había tenido un accidente, uno menor”, recordó Daniel en diálogo con Infobae, con una voz que todavía se quiebra al evocar el momento.

La realidad que encontró al llegar al instituto era una pesadilla que superaba cualquier descripción: su hija tenía la cara, el cuello, el pecho y las manos quemadas; el pelo y la ropa consumidos por el fuego, y un dolor incomprensible en su mirada.

Ese “accidente menor” fue la explosión de un experimento de química conocido como la “serpiente del faraón”, una práctica que, según Daniel, se realizaba todos los años en el colegio, pero que esta vez salió catastróficamente mal.

El experimento fallido de química ocurrió en el Colegio Cristo Rey, de Córdoba Capital, el 6 de septiembre de 2022

“En un laboratorio que no contaba con las medidas de seguridad adecuadas, sin ventilación ni elementos de protección, una compañera arrojó alcohol sobre la mezcla, provocando una llamarada que envolvió a Valentina, quien en ese instante estaba filmando la escena con su celular”, contó su papá.

Valentina salió del aula prendida como una bola de fuego”, relató Daniel, reconstruyendo los testimonios de otros padres que vieron a una niña correr en llamas desde el laboratorio de química hasta el baño. Desesperada, intentaba apagarse con las manos, pero el fuego se adhería a su piel. El pánico paralizó a los presentes, incluida la profesora a cargo, que no supo cómo reaccionar.

La salvación llegó de la mano de un compañero, llamado Valentino. “Él trabajaba en Mc Donald’s y sabía cómo accionar un matafuegos, que nadie podía hacer funcionar. Valentino le sacó la traba y le tiró la carga. Valentina está con vida gracias a él”, admitió Daniel, reconociendo el acto heroico que hoy le permite estar junto a su hija.

Desde el colegio, Valentina fue trasladada de urgencia al Instituto del Quemado de Córdoba, uno de los centros más prestigiosos de Sudamérica. Allí comenzó un calvario médico que se extendió por 78 interminables días. La gravedad de las heridas internas, provocadas por la inhalación del fuego que le inflamó la tráquea, obligó a los médicos a inducirle un coma durante ocho días. “Estuvo intubada porque no podía respirar”, detalló Daniel.

Durante su estancia en el hospital, Valentina soportó 33 intervenciones en su piel. Tras ser dada de alta, la operaron 6 veces más

Durante esos casi tres meses de internación, la vida de Valentina se midió en intervenciones quirúrgicas. “La operaban todos los lunes, miércoles y viernes”, recordó. En total, durante su estancia en el hospital, Valentina soportó 33 cirugías. La anestesiaban por completo y le hacían quemaduras profundas para cortar la piel endurecida (escara). Se trata de un procedimiento para retirar la piel muerta y preparar la zona para los injertos.

“Para tratar la zona más afectada, el pecho, los doctores le colocaron una malla dérmica que la obligó a permanecer 30 días en posición horizontal, sin poder moverse, vendada de pies a cabeza”, describió Daniel sobre el calvario que vivió su hija, quien además contrajo tres virus intrahospitalarios y una neumonía, complicando aún más su frágil estado de salud.

El alta hospitalaria en noviembre de 2022 no significó el fin de las operaciones. La piel quemada, al cicatrizar, se contrae y “tira”, deformando sus facciones. “La quemadura sigue trabajando la piel y le tira la cara para abajo, desde la comisura del labio”, precisó Daniel.

El llanto desgarrador de Valentina

La única vez que Valentina habló con la prensa fue a la salida del Instituto del Quemado. Con la voz entrecortada, su pelo tapado con un gorro, sus facciones ocultas por un barbijo; y su cuello, manos y torso vendados, la joven se quebró al hablar con los periodistas: “Los médicos me salvaron la vida”.

No me esperaba esto nunca. Me arrebataron un montón de cosas ese día, pero la fuerza que le puse fue todo. No me iba a dejar ganar”, relató emocionada.

Durante su recuperación, la joven enfrentó operaciones dolorosas y un extenso tratamiento de injertos y rehabilitación. “Me he hecho de todo, me he sacado piel, tuve ardores y dolores. No iba a decaer. Yo la pasé mal y salí con vida, con mi familia al lado, que son lo único que tengo”, dijo con firmeza.

Valentina reconoció que el accidente cambió su vida para siempre, pero también su manera de ver el mundo. “Sí, me cambió. Tengo todo un futuro por delante, tengo todo planeado. Quiero seguir estudiando, quiero seguir haciendo mis cosas. A mi tiempo, con paciencia, con cambios, pero quiero seguir”, afirmó con esperanza.

Lo más importante es que salí con vida, y que vamos a estar los cuatro juntos otra vez”, concluyó con una sonrisa tenue, pero llena de fuerza.

“Su vida está en paréntesis desde hace 3 años”

A pesar de su mensaje optimista, el día a día de Valentina tiene altibajos. Desde que volvió a su casa, fue sometida a otras 6 cirugías de “estética constructiva”, un procedimiento llamado Z-plastia, que se realiza para corregir cicatrices .

En los próximos días, la joven deberá ingresar nuevamente al quirófano para continuar con el tratamiento; y no será la última, según su padre, quien se lamentó: “El doctor me dijo: ‘Toda su vida ella va a tener que estar cuidándose’”.

El impacto del accidente trascendió lo físico, demoliendo su vida social y emocional en un momento crucial de su adolescencia. Valentina perdió su viaje de egresados, la cena de fin de año y, lo que más le dolió, el apoyo de muchos de sus compañeros. “Se enojó muchísimo porque le daban más prioridad a la nena que había producido el accidente que a Valentina. Sus amigos estaban más con la otra nena que con ella”, reveló Daniel. La familia de la compañera que arrojó el alcohol nunca se puso en contacto con ellos, ni para ofrecer una disculpa. El silencio y la indiferencia agigantaron el dolor.

Hoy, con 20 años, la vida de Valentina “está en un paréntesis desde hace 3 años”, dijo su papá

Hoy, con 20 años, la vida de Valentina “está en un paréntesis desde hace 3 años”. Las constantes cirugías le impiden comenzar la carrera de marketing digital que tanto anhelaba. “Cuando quiere empezar a hacer algo, los médicos le dicen que la tienen que operar de nuevo”, explicó su padre.

Apenas sale de casa, cohibida por las cicatrices que le cambiaron la fisonomía. Tal es así que le pidió a Infobae que no publicara fotos de ella. Por eso, este medio se limitó exhibir imágenes de su alta médica, donde tuvo un fugaz contacto con medios cordobeses.

Además, la joven no puede exponerse al sol. “El sol es su enemigo, lo que puso fin a las vacaciones familiares en las sierras o en el mar. Nos cambió la vida por completo. Hay un antes y un después del 6 de septiembre de 2022″, resumió Daniel.

Mientras tanto, la familia lleva adelante una batalla legal en el fuero civil contra el colegio, al que acusan de negligencia. “Las pericias de los bomberos determinaron que ese no era un lugar adecuado para hacer esos experimentos”, aseguró Daniel. El colegio, por su parte, sostiene que fue un accidente.

La profesora a cargo, tras un período de licencia psiquiátrica, volvió a dar clases. La causa judicial ya superó la etapa probatoria y la familia espera la sentencia del juez. Sin embargo, Daniel es enfático al aclarar que ninguna suma de dinero puede reparar el daño. “Yo no quiero dinero. Quiero que Valentina vuelva a ser la chica que era el 5 de septiembre. No hay plata en el mundo que repare esto que está atravesando”, enfatizó con dolor.

Experimentos fallidos de química, un hecho que se repite

La reciente seguidilla de accidentes similares en colegios de Buenos Aires, uno de los cuales ocurrió en el Colegio Guadalupe, del barrio porteño de Palermo (perteneciente a la misma congregación religiosa que el Cristo Rey), reavivó la herida y la lucha de Daniel.

Su testimonio busca ser un grito de alerta para que se prohíban definitivamente estos experimentos en las aulas: “No sirven de nada, los chicos no lo llevan a la práctica nunca. Que el gobierno nacional y provincial bajen una directiva que diga ‘basta de manipular con fuego y alcohol’. Muéstrenles un video por YouTube, pero no los hagan más”.

Daniel también les envió un mensaje de apoyo a los padres de los chicos accidentados en Buenos Aires: “Les mando un abrazo fuerte, porque la van a pelear mucho. Yo sé lo que están pasando, lo que van a llorar y lo que van a sufrir. Yo llevo tres años y esto no se termina nunca”.

El Colegio Guadalupe, del barrio de Palermo, donde ocurrió otra explosión durante una clase de química, pertenece a la misma congregación religiosa que el Colegio Cristo Rey ( Fotografía: Adrián Escandar )

En medio de la desolación, Daniel encuentra un resquicio de admiración en la entereza de su hija. “Valentina tiene una fortaleza que pocas veces vi. Ni yo tengo la fortaleza que tiene ella”. Es esa misma fuerza la que impulsa a toda una familia a seguir adelante, luchando por justicia y para que la historia de Valentina no se repita nunca más.

Lo de Valentina no fue un accidente, fue negligencia. Pasaron tres años y sigue pasando lo mismo en los colegios. Están jugando con la salud y la vida de los chicos. Hay que ponerle un fin a esto”, concluyó esperanzado con que su reclamo sea atendido.