
La comunidad de Mujeres Rodanteras Argentinas transformó la manera en que miles de mujeres exploran el país sobre ruedas, impulsadas por el deseo de independencia y el respaldo de una red que no deja a nadie sola en la ruta.
“La idea de crear Mujeres Rodanteras me la disparó en un camping del Calafate una chica que conocí que había camperizado un utilitario. Le había hecho una cama atrás, una mesadita, tenía agua. Y hablando con ella fue que pensé: ‘Esto es como para divulgarlo. Es para que nos encontremos’”, relató Silvia Di Biase, fundadora del grupo y referente de este movimiento que no deja de sumar adeptas.
En aquel entonces, Silvia viajaba con una casilla rodante de tiro y descubrió que la posibilidad de tener el vehículo camperizado le permitía no depender de los campings, dormir dentro del vehículo y detenerse donde quisiera. Aquella experiencia le resultó liberadora, y fue entonces cuando pensó que necesitaba crear un espacio para compartir esa forma de viajar con otras mujeres. Así surgió la idea de abrir, desde su cuenta personal de Facebook, un grupo que las reuniera y las ayudara a encontrarse.

El crecimiento de la comunidad superó todas las expectativas iniciales. “Ese grupo privado, en el cual yo pensé que nos íbamos a encontrar algunas, al promocionarlo en otros grupos mixtos de rodanteros, me di cuenta de que había muchísimas mujeres que viajaban solas o que tenían la intención de viajar solas. Y como el grupo fue creciendo, creciendo, creciendo, dije: ‘En el 2024 tenemos que tener una red más personalizada, como para comunicarnos’”, explicó.
La migración a WhatsApp permitió consolidar una estructura de 39 grupos regionales y temáticos, donde cada integrante puede reportar su ubicación, pedir ayuda o compartir recomendaciones de viaje. “Es una red de contención la que hemos creado. Es una red de cuidado a la que está viajando sola que, mediante el grupo SOS, si tiene algún desperfecto mecánico, lo publica en el grupo de SOS Emergencias. ‘Estoy en tal lado, me pasó tal cosa con el vehículo’. Entonces, las que viven cerca pueden recomendarle mecánicos, pueden llegarse hasta el lugar donde se quedó con el vehículo”, detalló.
Historias de mujeres solidarias sobre ruedas
La solidaridad entre las integrantes se refleja en historias concretas. “Nos pasó este año, que una de las chicas de Olavarría viajó a las Cataratas. Estando cerca de Posadas, sube la temperatura del vehículo, la grúa que tenía contratada con el seguro le cobraba un montón de dinero. Entonces, publica lo que le pasa. Otra de las chicas de Posadas le dice: ‘Quédate tranquila. Pedimos una grúa hasta Posadas y lo llevamos a mi mecánico’. Resultó ser que se le había quemado la junta de la tapa de cilindros. Entretanto, esta mujer de Posadas la hospedó en su domicilio y la llevó a recorrer lugares mientras esperaban que se arreglara el vehículo”, narró Di Biase.

El alcance de Mujeres Rodanteras Argentinas ya trasciende las fronteras nacionales. “Esta comunidad de WhatsApp, que yo la pensé como una comunidad nacional, ya ha trascendido las fronteras porque hemos incluido un grupo de Uruguay, donde ya hay rodanteras uruguayas que, el fin de semana largo de noviembre, en el Encuentro Nacional de Villaguay que hacemos, vamos a tener la participación de tres chicas uruguayas. También tenemos una chica colombiana que está recorriendo Sudamérica. Ya tenemos también mexicanas que han ingresado a la comunidad, porque tienen la meta de venir a recorrer Argentina prontamente. Y tenemos chicas chilenas.”
Generación silver al volante
La mayoría de las integrantes de la comunidad tienen más de 50 años y muchas de ellas ya están jubiladas, con ingresos que les permiten viajar y mantenerse durante los recorridos.

Sin embargo, también hay quienes están atravesando un cambio de vida: algunas camperizan sus vehículos y se lanzan a las rutas con la intención de vivir de las manualidades que elaboran en el camino.
Entre las historias más singulares, Silvia suele mencionar la de una rodantera que adaptó un viejo Fiat 600 para convertirlo en su casa rodante. Viaja sola, vende sus artesanías en cada parada y duerme dentro de su pequeño auto, donde ella misma armó una cama a medida.

Aunque diversidad etaria y de experiencias es otro rasgo distintivo. “En la comunidad tenemos de diferentes edades. Tenemos una rodantera de 28 que está viviendo en su Kangoo, que renunció a su trabajo de enfermera y vive ahora, actualmente, recorriendo el país y durmiendo en su vehículo. Y tenemos recientemente ingresada una mujer de 78 años que nos escribió porque sentía como que su primavera estaba marchita. A partir de la charla y de motivarla, tiene un SUV, que ya la camperizó. Le armó una cama e hizo 700 kilómetros para un encuentro que se realizó en Rafaela. Es la mujer más feliz del mundo a partir de esta experiencia. Está tan motivada, que ya está armando una caravana para salir en enero hacia Ushuaia”, compartió Di Biase.
Crecer en red
El grupo de Facebook fue clave y experimentó un crecimiento exponencial. “El grupo de Facebook ha ido creciendo de una manera desmesurada, hoy somos 22.500 mujeres. Lo que nos dio la difusión y la llegada a los medios fue la creación del Instagram, que hoy en día tiene 30 mil seguidores”, dijo Di Biase.
La comunidad ofrece asesoramiento técnico y práctico para adaptar vehículos, desde la remoción de asientos hasta la construcción de camas, y promueve una modalidad de viaje accesible: “Es una manera muy económica de viajar, porque se puede dormir en estaciones de servicio, o en lugares como plazas o lugares de turismo, en pueblos, donde no hay la necesidad de tener que pagar ni camping, ni hostel, ni hoteles. El gasto es de combustible, porque después se come lo que se podría comer en la casa y a veces es más económico.”

La libertad y el empoderamiento femenino son el motor de este fenómeno. “Sentí la libertad de no depender de nadie, de ir a los lugares donde sentía que me gustaría conocer. Y siento que toda mujer debe pasar por la experiencia de viajar sola en su vehículo, porque es un encuentro que se da con una misma. Yo creo que una vez en la vida todas deberíamos pasar por esta experiencia, porque nos da empoderamiento, de sentir que se puede. Y ahora con esta comunidad que respalda, es así, viajamos solas, pero no estamos solas”, reflexionó la creadora del grupo.
Nacer en el campo y el espíritu de libertad
Silvia suele recordar que su vínculo con la libertad comenzó en el campo, en San Cayetano, un pueblo del sur de la provincia de Buenos Aires, donde aprendió a manejar desde muy chica.
Aquella independencia temprana le permitió comprender el valor de tener su propio vehículo y la posibilidad de viajar sin depender de nadie. Con el tiempo, esa sensación se transformó en una convicción: toda mujer debería, alguna vez en su vida, experimentar lo que significa viajar sola.

Para ella, esa experiencia no solo implica movimiento, sino un encuentro profundo con una misma, una forma de empoderamiento que nace del saber que se puede. Hoy, con la comunidad que la respalda, Silvia resume ese espíritu con una frase que se volvió emblema entre las rodanteras: viajamos solas, pero no estamos solas.
“Entre todas nos cuidamos”
La comunidad se define por su lema: “Entre todas nos cuidamos”. “Hay mujeres que se largan solas, hay otras que promocionan su viaje y buscan compañía, hay otras que ofrecen alojamiento y asistencia a otras que viajan”, dijo Di Biase.

La variedad de vehículos y estilos de viaje es amplia. “Hay mujeres que tienen una carpa, otras con motorhome, hay otras que tienen auto con casa rodante, otras directamente algún vehículo utilitario que ha sido camperizado para poder vivir en él”, describió.
La invitación a sumarse permanece abierta: “Cada una viaja con lo que tiene” y “que se animen que las vamos a acompañar”.


