La elección legislativa de este domingo tendrá una gran importancia para el peronismo, aglutinado, mayoritariamente, bajo el techo de Fuerza Patria o sus versiones provinciales que, aunque cambien de nombre, son parte del mismo sujeto político. El PJ pone en juego su volumen opositor, su capacidad de renovación y reconstrucción, su poder de fuego en el Congreso y la vitalidad de los liderazgos que marquen el rumbo en el camino hacia el 2027.
El justicialismo posee la primera minoría en las dos Cámaras del Congreso y las seguirá teniendo. En Diputados cuenta con 98 legisladores. Afuera de ese esquema están los diputados tucumanos que responden al gobernador Osvaldo Jaldo, que estuvo muy cerca de Javier Milei durante la primera parte de la gestión y ahora se alejó y está otra vez jugando en tándem con el PJ. Su futuro se esclarecerá cuando termine el proceso electoral. Como el rol que también tenga el catamarqueño Raúl Jalil, otro de los aliados peronistas de la Casa Rosada.
En el Senado tienen un bloque de 34 senadores. El recambio de la cámara dejará al peronismo con menos legisladores, según asumen en la conducción legislativa de Fuerza Patria. El objetivo es mantenerse en el número 30. Pero la cuenta fina recién se resolverá en la noche de hoy. De todas formas, seguirán teniendo el bloque más grande dentro del recinto.
El PJ va a seguir siendo el núcleo opositor más importante y el que tenga la base de los dos tercios necesarios para dar vuelta cualquier veto que Milei quiera volver a implementar. Sin embargo, tendrán que buscar en Provincias Unidas, la izquierda y los bloques más pequeños referenciados en gobernadores, a los principales aliados para las votaciones trascendentes que proponga el Gobierno a partir del 10 de diciembre.

En la renovación de las cámaras también está en juego el desembarco de nombres propios con peso político. La posibilidad de que se sumen ex gobernadores como Jorge “Coqui” Capitanich, Juan Manuel Urtubey y Gerardo Zamora, le darían mayor volumen político, además de una identidad renovada con caras del peronismo del interior o, en el caso del actual gobernador santiagueño, de dirigentes con real influencia dentro del sistema de gobernadores opositores.
En la elección de este domingo, el peronismo pone en juego su capacidad para reconstruirse después de la derrota del 2023, la interna feroz en la provincia de Buenos Aires y la fragmentación del esquema nacional luego de abandonar el poder. Aún con múltiples fracturas y fisuras, el PJ tiene la posibilidad de reconfigurar su propio mapa de poder desde un lugar de mayor fortaleza. Como en el fútbol, los triunfos siempre ayudan. Por eso, los resultados en cada provincia serán determinantes para el desarrollo de la reconstrucción.
En el territorio bonaerense la interna se mantiene anidada en los subsuelos del poder peronista. Está viva pero tapada. Y quienes conviven con las dificultades que generan, advierten que, una vez que pase la elección, con el andar de la gestión, los resquemores comenzarán a florecer nuevamente. La relación del Gobernador con Máximo Kirchner y el camporismo marcarán el pulso del peronismo bonaerense.
“Fue un esfuerzo enorme el cierre”, confesó un funcionario cercano a Axel Kicillof, en referencia al abrazo que Sergio Massa y Juan Grabois se dieron en el cierre de campaña del jueves en San Martín, sumado a las palabras de agradecimiento del dirigente social al líder del Frente Renovador. Un gesto simbólico de una unidad que costó cerrar, pero que, en términos electorales, dejó un saldo muy positivo el 7 de septiembre. La elección de hoy volverá a poner en foco hasta dónde llega el valor de la unidad.
Si el triunfo provincial se mantiene, aunque pueda ser con una distancia menor con La Libertad Avanza, según marcan las encuestas, la discusión sobre el liderazgo de Kicillof en la provincia de Buenos Aires y su trascendencia nacional a partir de este momento, quedará sepultada. Más allá de que las rencillas internas de un sector del kirchnerismo terminen manteniendo a flote los contrapuntos que desgastaron al espacio político. El debate está agotado. Los movimientos de la dirigencia, pero, sobre todo, los sucesivos triunfos electorales le hicieron crecer la espalda al Gobernador.
“Una vez que pase la elección, Axel debe pensar en trabajar para nacionalizar su liderazgo”, advirtió un funcionario de su confianza, que pone en palabras lo que piensan la mayoría de los dirigentes que están detrás de Kicillof y dentro de las filas del Movimiento Derecho al Futuro (MDF). Si quiere ser candidato a presidente, sea cual sea el resultado de hoy (salvo una derrota en la provincia que, a esta altura, es inesperada), debe salir a la cancha nacional a comenzar un nuevo tiempo en su propio ciclo político.
En términos prácticos, implica visitar otras provincias y reunirse con gobernadores peronistas, en una primera parada de la construcción de un liderazgo nacional. En La Plata son cautos. Falta. Paso a paso. Kicillof ha avanzado a un ritmo menos vertiginoso de lo que la dirigencia que lo rodea pretendía. Pero avanzó. Y fue audaz, una característica que en la política y, sobre todo, en el peronismo, tienen un valor importante.
En el peronismo se está dando una discusión de poder profunda que se mantendrá a lo largo de todo el año que viene. Cristina Kirchner está reconfigurando su liderazgo desde la prisión domiciliaria, advirtiendo que su poder de fuego es cada vez menor, pero que sigue teniendo capacidad de influir en las discusiones internas del PJ a nivel nacional. En mayor o menor medida, pero su palabra sigue teniendo un valor trascendente.
La ex presidenta tendrá que tomar una determinación sobre qué va a hacer respecto a la figura y el trayecto que tiene por delante Kicillof. Desde dónde va a reconstruir la relación con él, en el caso de que lo quiera hacer. Si es una convivencia tensa, si existe un apoyo marcado, si hay una tregua anclada al silencio, si juega un rol determinante para ordenar los vínculos políticos y contractuales con La Cámpora. La estabilidad o la fractura de esa relación es determinante para el futuro inmediato del peronismo bonaerense y de todas sus vertientes de poder atadas al conurbano.
También debe definirse el lugar que ocupará Sergio Massa en el ecosistema peronista. Hasta aquí ha jugado fuerte por evitar una fractura expuesta. Parece sentirse cómodo en ese lugar articulador de voluntades donde el principal objetivo es que todos los platitos permanezcan girando en el aire al mismo tiempo. Hasta aquí ha cultivado el bajo perfil pero, después de las elecciones, los roles de las principales caras del peronismo tenderán a modificarse y el de él entra en esa ronda de cambios. La incógnita es cuándo y cómo.
Hay una renovación incipiente en el PJ de Santa Fe, un recambio generacional que se avecina en el peronismo de La Pampa y una consolidación de caras nuevas en el justicialismo entrerriano. Hay un peronismo que intenta reconstruirse desde las cenizas en Corrientes y un peronismo salteño que espera un ganador para ordenarse. Hay un PJ en Jujuy que está fracturado, un PJ en Misiones que sigue intervenido y un PJ rionegrino que podría volver a generar expectativas.
Hay un peronismo mendocino que está en deuda con un proyecto justicialista nacional y un peronismo neuquino urgido de figuras nuevas. Hay un peronismo sanjuanino que debe convivir en el tiempo con la interna del giojismo y el uñaquismo, y un peronismo catamarqueño que empieza a pensar en el día después de Jalil. Hay un peronismo cordobés que empieza a mirar con mayor detenimiento los pasos de Natalia De la Sota.

Hay muchos peronismos que tienen voluntad de encontrarse en algún punto del camino que une este domingo con las elecciones ejecutivas del 2027. Un recorrido largo que, más allá del resultado de hoy, comenzarán a desandar los principales nombres propios del armado político. Lo que resta saber es, según marquen los votos de la gente, qué tan cuesta arriba será la caminata.
El PJ pone en juego su credibilidad como oposición y, a partir de un aceptable resultado electoral, tratará de reconstruir el lazo de confianza que supo tener con una parte importante del electorado, que lo llevó al poder en cuatro de las últimas seis elecciones presidenciales. Ese contrato voló por los aires en el 2023 y tendrá que reconstruirlo, en los años que quedan, con posturas transparentes y concretas respecto a las políticas mileistas. Escapándose siempre del mote de “golpistas” que el Gobierno le intenta tatuar en el rostro cada vez que puede.
El resultado electoral marcará, entre otras cosas, cuál es el espacio que tiene el peronismo para crecer y quiénes son los actores que pueden llevar adelante esa reconfiguración a nivel nacional. El mensaje, las caras, las propuestas y las alianzas. La empatía y el carisma, los errores reconocidos y los errores que no pueden volver a cometer.
“Hay algo que el peronismo debe incorporar de la gestión de Milei. Si volvemos al poder, hay que gobernar en búsqueda del equilibrio fiscal y con una inflación controlada. Esos dos conceptos de gestión ya quedaron marcados en la sociedad. No se puede volver atrás. La gente no lo aceptaría”, reflexionó un trascendente dirigente peronista del interior. El proyecto de país que quieran representar en el 2027 empezará a discutirse a partir de mañana. Pero primero deben saber en qué lugar del mapa quedan parados y de qué forma. Mandan los votos.


