El caso de Candela Rodríguez y la vinculación con el triple crimen de Florencia Varela: “El modus operandi fue el mismo”

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Candela fue secuestrada el 22 de agosto de 2011 a metros de la casa donde vivía, en la calle Coraceros, en Hurlingham. Y recién apareció, asesinada, nueve días más tarde, el 31 de dicho mes, en una bolsa negra

“Aquel momento en el que raptaron y luego mataron a Candela Sol Rodríguez era una época de secuestros. Yo lo había anticipado, íbamos camino a que pasara lo mismo que en México, porque la mafia ya estaba enquistada en la política, el poder judicial, la policía… Recuerdo que esto lo denuncié allá por el mes de diciembre y en febrero tuve un atentado en mi casa, me quisieron matar”, explica el experimentado abogado penalista, Marcelo Mazzeo respecto al caso ocurrido con la niña de once años que fue arrancada a metros de su casa de la calle Coraceros en Hurlingham el 22 de agosto de 2011. Y recién apareció, asesinada, nueve días más tarde, el 31 de dicho mes, en una bolsa negra. Fue hallada por una mujer que recolectaba cartones en la colectora de la Autopista del Oeste, junto a un vehículo, en la calle Cellini, a unas treinta cuadras del hogar familiar.

Acababan de hallar el cadáver, y Mazzeo por entonces defendía a Gladys Cabrera, quien era la propietaria de una modesta vivienda que había heredado de sus abuelos e intentaba alquilar, ubicada en Juan Bautista Kiernan 992, Villa Tesei (bautizada luego por los medios de prensa como ‘La Casa Rosa’ por el tono con el que estaba pintada), a unas cinco cuadras de donde la niña fue encontrada. La policía de la provincia de Buenos Aires en esos tiempos ya había allanado el lugar y hacía correr el rumor de que en un vaso habían hallado saliva con ADN de Candela, y un bol en la heladera de la cocina con restos de arroz con pollo, que coincidiría con la última comida ingerida por la víctima según la autopsia.

Además, los uniformados consultados por entonces subían la apuesta. “La mataron y la mantuvieron secuestrada ahí”, arriesgaban. En la vorágine por “aclarar” el caso, también se detuvo a un carpintero del barrio, Néstor Altamirano, que le daba de comer al perro mientras su vecina residía en Capital y negociaba la renta con el inquilino, de nombre Juan Insiarte.

Morena Verdi, Brenda Loreley del Castillo y Lara Morena Gutiérrez, habían desaparecido el viernes 19 de septiembre y fueron halladas asesinadas y descuartizadas cinco días después en una casa de Florencio Varela

Así las cosas, Gladys se convirtió en sospechosa para la particular óptica de los investigadores y fue a parar a la Alcaidía Penitenciaria Femenina de Isidro Casanova, donde apenas pisó recibió amenazas como la que le relató a este cronista: “Gata, vamos a vengar a la nena. Te va a pasar lo mismo, hay violín (violación) y muerte para vos”, relató conmocionada desde dicha “Casa Rosa”, donde finalmente se instaló para vivir con su hijo adolescente, luego de que gracias a las gestiones del abogado Marcelo Mazzeo, quien pese al panorama más que complicado que se vivía en la causa, primero logró su libertad, pero recién pudo alcanzar el sobreseimiento cuando el expediente fue elevado a juicio en 2017. Algo parecido le sucedió al carpintero Altamirano, patrocinado por entonces por el doctor Matías Morla, debido a que no se encontraron pruebas respecto de sus participaciones en el hecho. Aunque éste último debió esperar hasta 2024 para terminar absuelto.

La mujer, indignada por lo que consideraba una injusticia, por entonces no se quedó callada: “Me trataron de prostituta. Decían que existía un video mío teniendo sexo con un detenido (Hugo Bermúdez, luego condenado a prisión perpetua junto a Leonardo Jara por los delitos de ‘privación ilegal de la libertad coactiva seguida de muerte’. Fabián Gómez recibió cuatro años como ‘partícipe secundario’). La policía y los funcionarios que investigaron me plantaron el ADN. Candela nunca estuvo secuestrada en esta casa, y tampoco la mataron acá. Por culpa de la corrupción fui a parar tres meses a prisión en González Catán, y después a la cárcel de Melchor Romero, en La Plata. Convivía con las ratas, que no me permitían dormir. El fiscal de la causa, Marcelo Tavolaro, se me reía cuando le repetía que era inocente, y mi defensor oficial, de apellido Carpaneto, me decía que me iban a dar perpetua”.

Su abogado patrocinante, el doctor Marcelo Mazzeo, en charla con Infobae, sostuvo: “Salvando las distancias, yo y muchos colegas y periodistas con los que hablé, comparamos lo sufrido por Candela con lo que pasó con el triple crimen en Florencio Varela de las adolescentes, Brenda Loreley del Castillo (20 años), Morena Verri (20 años) y Lara Morena Gutiérrez (15 años), todas residentes en La Matanza, que desaparecieron el 19 de septiembre tras abordar un vehículo en La Tablada. Y cuyos cuerpos fueron encontrados mutilados en una casa situada en Jáchal y Chañar, en la misma zona de Varela donde se registró la última señal del celular de una de las chicas. La crueldad fue aún mayor, pero el modus operandi resultó el mismo, un ajuste de cuentas entre bandas o banditas dedicadas al narcotráfico y amparadas como sucede en muchos casos por los poderes políticos, judiciales y policiales. Tanto ocurrió así en el caso Candela que se desvió todo para que se investigue en Hurlingham, cuando hasta el más novato hubiera dirigido la investigación a San Martín, ya que el celular de Candela se apagó en esa zona”, detalló Mazzeo con precisión.

Y fue más allá: “Todo lo que pasó con Candela fue increíble e insostenible. Pese a todo se logró tapar, planchar y oscurecer el tema como se dice en la jerga. Los jefes policiales justificaron seguir cerca de dos mil llamadas. No querían que les pasara lo mismo que en el caso Pomar (en el que toda una familia se accidentó a 40 kilómetros de Pergamino y no aparecía), cuando no escucharon a una persona que les dijo dónde estaba el auto. Llegaron a comprobar comunicaciones hechas por una apuesta por un alfajor, e hicieron procedimientos en una iglesia porque en un sueño alguien había visto allí a Candela. Hasta la buscaron con un médium que llevaba un péndulo, una verdadera vergüenza. A cada policía se le preguntó en la Comisión Investigadora del Senado por qué no siguieron la pista del narcotráfico. Parecía que habían cerrado un acuerdo para decir que era una venganza contra el padre de la niña por piratería del asfalto, ya que el hombre estaba detenido por ese delito”. Toda esta serie interminable y repetida de hechos irregulares, Mazzeo la denunció oportunamente en el expediente judicial.

Carola Labrador, madre de Candela, nunca dejó de manifestar sus dudas respecto a la veracidad de la investigación (NA)

Durante la charla, el abogado aportó otro dato a manera de detalle que resulta inquietante: “Cuando apareció, la nena tenía en la mano izquierda la baraja del rey de oro, que significa en lenguaje o código mafioso el poder de la riqueza. Hay que ser ‘muy rey en la zona’ para secuestrar a una niña a las 4 de la tarde, tenerla nueve días escondida mientras la buscaban 1.600 policías, y luego tirarla en el lugar donde todos la habían buscado”.

Mientras tanto, en pleno desarrollo de la investigación, la Comisión Investigadora del Congreso bonaerense confirmaba sospechas y arrojaba las siguientes conclusiones: “Existían fuertes disputas internas en la institución policial que tenían a San Martín como epicentro. Se debe valorar la incidencia que tuvieron estas disputas”. En su testimonio ante la Comisión, el 9 de mayo de 2012, el comisario mayor Salvador Baratta expresó: “Una de las zonas más complicadas y una de las discusiones más fuertes que tuvimos era en relación a la zona de San Martín. Nos comenzamos a dar cuenta de que en los secuestros hasta pedían droga por rescate. Nunca vi tanta ferocidad por el territorio”.

El crimen de Candela Sol Rodríguez, de tan solo once años, estuvo impregnado de sospechas que vinculaban su muerte con la narcocriminalidad, la corrupción policial, el poder, la política

Otro dato corroboraba la sospecha entre la mafia y el poder existente. Oportunamente surgieron nombres de narcos y policías que podrían haber tenido que ver con el crimen. Como consecuencia, a uno de los narcos le allanaron viviendas donde funcionaba una cocina de droga. En plena requisa, él les dijo a los uniformados sin vueltas y en sus propias caras: “Les doy plata para arreglar mi situación, y más si me dan el nombre de la persona que me delató”.

El mismísimo Miguel Ángel “Mameluco” Villalba, archiconocido capo narco de San Martín que llegó a ser candidato a intendente de dicho partido, y que curiosamente había sido detenido once días antes del secuestro de Candela, aseguró en 2024, mientras se sustanciaba el segundo juicio cuando fue citado a declarar como testigo, que el crimen de la niña fue un secuestro extorsivo vinculado a dinero del narcotráfico, en el que a los captores “se les fue la mano” y la mataron.

Debido a sus dichos, el fiscal Mario Ferrario lo acusó de haber formado parte del hecho delictivo como “partícipe necesario” junto al expolicía bonaerense Sergio Chazarreta, dueño de la camioneta negra que se dijo que se usó para trasladar a Candela, un presunto “informante o buche” de la policía llamado Héctor “El Topo” Moreyra, y el mencionado carpintero del barrio, Néstor Altamirano, a quien se señaló como responsable de haber cuidado a la niña en su cautiverio.

En 2017, el Tribunal Oral en lo Criminal número 3 de Morón sentenció a prisión perpetua a Hugo Bermúdez y a Leonardo Jara por el secuestro y asesinato de Candela Rodríguez (Télam)

Pero en mayo de 2024 salió el fallo de ese segundo juicio en el que la Justicia de Morón absolvió a los cuatro: Villalba, Chazarreta, Moreyra y Altamirano. Mameluco siguió el debate oral por zoom desde su lugar de detención porque había sido condenado en otra causa por narcotráfico a 22 años de prisión.

La mamá de Candela, Carola Labrador, destacó al respecto: “Los fiscales miraron para otro lado, como siempre mencioné. Moreyra y Chazarreta fueron parte. Pero se perdió mucha prueba y aparte como ellos trabajaban para la policía en ese momento, la misma policía los protegió, digamos que los taparon. Como también lo hicieron con Juan Carlos Paggi, Hugo Matzkin y Roberto Castronuovo, los tres jefes principales de la Bonaerense cuando mataron a Cande. Un escándalo”.

Con relación a ambos casos, el doctor Marcelo Mazzeo trazó un paralelo como conclusión: “Se repite la situación en la que aparecen narcos a los que alguien les robó algo. Hay que estar atentos con el triple crimen de Florencio Varela para que no se pueda contaminar la investigación con la intención de desviar el foco. Con respecto a Candela, esto ocurrió para proteger a cierta gente y no descubrir a más culpables y pesos pesados. En su momento lo denuncié y casi me costó la vida”.