Volver al agua y a la vida: Carlos Vozzi, el médico-filósofo que lleva el waterpolo +65 argentino por el mundo

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Carlos ‘Chachi’ Vozzi, tiene 73 años, es médico cardiólogo y jugador rosarino de waterpolo. Acaba de regresar del Campeonato Mundial de Singapur del que participó junto al seleccionado argentino de veteranos Los Pampas +65 .

El regreso de Vozzi al waterpolo tras 25 años y su visión sobre salud, pertenencia y alto rendimiento en la adultez.

Durante más de 25 años, este veterano del deporte estuvo alejado del waterpolo, volcado por completo a su carrera médica. El reencuentro con la pileta, muchos años después, fue mucho más que una cuestión deportiva. “La estimulación que me da el agua hizo que volviera a mí una parte que estaba hibernada. Se empezó a descongelar, la empecé a sacar del freezer. Y, día a día, fui rescatando algo que me ayudó. Recuperé mi yo. Una parte de mi yo que estaba disminuyendo.”

Fiel a su formación médica y a su espíritu filosófico, agrega: “Toda actividad física, efectuada de una manera sostenida en el tiempo, es sumamente beneficiosa para la salud. El waterpolo, hecho a medida de cada persona, es sumamente beneficioso tanto para lo psíquico como para lo físico.”

Y ese bienestar tiene un componente profundamente social: “El primer atributo es que convoca a lo colectivo. Es un deporte de conjunto. El nadador es más solitario, en waterpolo no.”

La historia de Los Pampas: pasión, diversidad y camaradería en el waterpolo máster argentino.

El origen de Los Pampas y el valor de la pasión compartida

La historia de «Los Pampas» es la de una pasión resistente que se reinventa con los años. Aunque Vozzi no fue parte del grupo fundador, la identidad del equipo lo abrazó desde el primer momento en que cruzó la puerta. “Yo me sumo a Los Pampas en el 2013”, cuenta. “Previo a esto, el equipo ya existía y era un grupo de exjugadores de waterpolo, mayoritariamente de Buenos Aires y de Avellaneda que habían competido ya en otras actividades de másters organizadas por la Federación Internacional de Natación.”

Frente a la dificultad de seguir compitiendo al máximo nivel después de los 40 años, los exjugadores encontraron en el grupo una nueva oportunidad. “Surgió la necesidad de buscar un lugar donde los exjugadores pudieran continuar la práctica y tener objetivos de competencia internacional. Muchos habían jugado para las selecciones argentinas y buscaban seguir compitiendo juntos, esta vez en torneos de veteranos organizados por la FINA, que ahora delegó su organización a World Aquatics”, narra el deportista.

El orgullo de representar a Argentina y el legado intergeneracional en el waterpolo máster.

La experiencia de Los Pampas en los campeonatos Masters es un ejemplo de pertenencia que trasciende la simple competencia. “Este es un proyecto donde cada dos años se realiza un campeonato mundial para veteranos de waterpolo, abierto a jugadores desde los 35 años y con categorías para mayores de 75”, dice el rosarino.

Vozzi se sumó al equipo cuando tenía casi 61 años, motivado por seguir vinculado a un deporte que lo apasiona: el grupo es diverso, formado por ex seleccionados nacionales y jugadores de distintos clubes y países —argentinos, españoles, italianos—, todos unidos por la misma pasión, más allá de orígenes y trayectorias.

Para Vozzi, esa convivencia es el verdadero triunfo: “Lo importante es disfrutar mucho durante el recorrido, más allá de la derrota o de la victoria. La pertenencia, el equipo, la fraternidad, eso es lo que perdura.”

Trayectoria deportiva y el largo regreso al agua

La vida deportiva de Carlos “Chachi” Vozzi está marcada por la perseverancia y las vueltas de la vida. Nacido y criado en Rosario, comenzó su vínculo con el waterpolo a los 16 años: “Comencé en 1968. Y seguí jugando hasta los 28, fueron 12 años continuos. Porque me fui a vivir a los Estados Unidos ya volcarme a la medicina. Y en esa época no se jugaba waterpolo en Texas”.

Aquella decisión de emigrar no fue sencilla. Lejos de la pileta y la competencia, el deporte quedó en pausa varios años, mientras su vocación médica lo llevaba por caminos exigentes: “Me fui a formar como médico cardiólogo en el Texas Heart Institute. Y allí me fui a capacitar en Cardiología, en la cual estuve durante dos años haciendo mi formación allí”.

Carlos Vozzi, médico-filósofo y referente del waterpolo argentino, revive su experiencia en el Mundial de Singapur con Los Pampas +65.

Vuelto a la Argentina, la vida adulta y las demandas profesionales lo alejaron todavía más del agua. “En esa época había empezado el running. Seguía haciendo actividad física, pero básicamente corría y jugaba al tenis. Y hubo una época en la cual dejé de hacer deporte, tenía mucho trabajo profesional en la medicina y estaba aumentando de peso. Me empezó a subir la presión arterial. Entonces, sentí que me estaba descuidando”.

El reencuentro con la natación llegó como un llamado urgente de salud. Su relato es honesto y despojado de épica: “Un día llegué al instituto en que yo trabajaba y le dije a la secretaria: ‘Por favor, búsqueme una pileta de natación, la primera que encuentre’. Cuando salí de trabajar, fui a la pileta, me metí al agua y empecé a nadar. Volví a la natación a los 55”.

El impacto fue inmediato, regenerador: “Cuando me metí al agua de vuelta, fue como agarrarme a una soga”. Hoy, ese regreso marca no solo un cambio vital, sino una perspectiva distinta sobre el deporte en la vida adulta. Un desafío físico, mental y social.

Hablar de waterpolo con Carlos Vozzi es sumergirse en un universo en el que el deporte trasciende el juego. Para él, la disciplina arrastra exigencias y recompensas únicas.

El equipo Los Pampas +65, integrado por jugadores de distintas provincias y países, llevó la bandera argentina al Mundial Word Aquatics de Singapur 2025

En la complejidad técnica y física del waterpolo, Vozzi encuentra la clave de una vitalidad que desafía la edad. Señala la necesidad de habilidades “para un buen desplazamiento en el agua” y subraya que el deporte “te exige tener fuerza, preparación para una lucha en fair play… hay mucho roce en el agua y requiere estar preparado para eso. Por lo cual, el waterpolo requiere mucho trabajo en seco, mucho trabajo en gimnasio para los sectores musculares que se utilizan durante la lucha, el forcejeo, la búsqueda de la pelota”.

Pero no solo se trata de fuerza y resistencia: el aspecto mental y la percepción colectiva tienen un lugar determinante. “El waterpolo demanda visión de campo, visión de conjunto, velocidad en los procesos mentales, algo que muchas veces se va perdiendo con la edad. A veces la mente va más rápido que el cuerpo y uno pierde jugadas o no consigue porque no se comprende, pero neuro cognitivamente estimula mucho.”

El orgullo de representar a Argentina y el legado intergeneracional en el waterpolo máster.

A esa exigencia múltiple, Vozzi le suma el vínculo con la historia y el prestigio del deporte. “De todos los deportes olímpicos, fue el primer deporte colectivo que se incluye en las Olimpíadas”.

Es que en París 1900 debutaron los deportes de equipo: fútbol, polo, rugby y waterpolo. Sin embargo, lo que lo seduce y motiva a seguir entrenando y compitiendo es, sobre todo, la experiencia de comunidad: “Jugado con limpieza, frontalmente, con buenas intenciones, es un deporte precioso. Lo importante es la fraternidad, el compañerismo y el respeto por el otro”. Para Vozzi, el waterpolo es un espacio insustituible donde se conjugan desafío, salud, memoria y pertenencia.

El deporte como modo de vida

La mirada médica de Carlos Vozzi (matrícula 5966 de baja por jubilación) atraviesa su experiencia como deportista, enriqueciendo la comprensión profunda de lo que implica sostener la actividad física en la adultez mayor. La vivencia personal y profesional lo lleva a ir más allá de la teoría y lo academicista; su discurso se apoya en ejemplos concretos y anécdotas.

Desde los años 50, la ciencia viene corroborando lo que él mismo experimentó en carne propia: “Es interesante lo que descubrió un funcionario que trabajaba en epidemiología en la ciudad de Londres hace muchos años. Los choferes tenían infartos a una edad mucho más temprana que los guardias que subían y bajaban de los colectivos.” Explica así, de manera didáctica, la relación entre el movimiento cotidiano y la prevención de enfermedades cardiovasculares.

Para Vozzi, el waterpolo es la máxima expresión del equilibrio físico y mental: “Implica un hábito, una predisposición para hacer algo en forma sostenida, lo cual lleva a una conducta. Desde el punto de vista físico, implica una interacción de la persona que está haciendo la actividad física con su cuerpo. Empieza a comunicarse uno con el propio cuerpo.”

“Todo esto consume calorías, facilita controlar el peso, prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares o retardarlas, ya que inexorablemente van a aparecer. Y en general, el entorno que esto crea es una muy buena calidad de vida”, agrega.

El paso de los años ha afinado su percepción sobre el bienestar integral. Para él, el deporte es mucho más que un pasatiempo para “la tercera edad”: “El polo acuático máster es la modalidad que da respuesta a quienes buscan seguir entrenando y construyendo lazos”.

Redefine el significado de “ser” a partir de su recorrido personal: “Yo trabajo de médico, de cardiólogo. La profesión es parte de mi ser. Y la práctica deportiva también. Hoy puedo decir que ambos aspectos se potencian mutuamente en mi vida, y que no habría encontrado este equilibrio sin esa vuelta al agua.”

Ser parte de la selección argentina

Pocos momentos movilizan tanto a Chachi como la oportunidad de representar a Argentina en el mundo, un acto de orgullo y autoafirmación. “Es algo muy potente. Siempre lo fue, porque tuve el honor, desde los 16, de escuchar el himno argentino en distintos países, por ejemplo, México, Cuba, Chile, Uruguay”, relata con emoción.

Desde joven, Vozzi integró selecciones nacionales de waterpolo, experiencia que marcó su identidad deportiva y su sentido de pertenencia.

A través del deporte, pudo resignificar el sentido de la argentinidad, una identidad que cobra fuerza tanto en la victoria como en la derrota: “La experiencia siempre fue muy enriquecedora para sentirte un gaucho, o sea, un made in Argentina, un hecho en Argentina. Siempre lo he sentido así.”

El sentido de pertenencia al seleccionado y la camaradería con el equipo se tornan imprescindibles: “Lo importante es el equipo. La pertenencia. La fraternidad, eso es lo que perdura. Es lo que te da sentido y energía para seguir enfocado y animado a nuevas metas.”

Desde los 16 años, Vozzi formó parte de las selecciones juveniles argentinas de waterpolo.

Para el Mundial Word Aquatics de Singapur 2025, disputado del 16 al 22 de agosto, Los Pampas +65 presentaron una formación tan diversa como experimentada. El plantel incluyó a jugadores nacidos en Rosario, Buenos Aires, España e Italia, con representantes de históricos clubes como GEBA, Imperio, La Reina y Europa Sportin.

En la lista se destacan nombres como Miguel Lagrotta, capitán del equipo, Daniel y Roberto Bronstein, Guillermo González, Javier Chocarro, Francisco Pérez Aliaga, Osvaldo García, Martin Prio, Nicola Di Foggia, Alejandro Anile, Marcelo Nicolich y el propio Carlos Vozzi, de Rosario.

El recorrido del equipo en Singapur fue intenso. En el Singapore Sports Hub, se enfrentaron a rivales exigentes: el 16 de agosto debutaron ante Río Máster (Brasil) y cayeron 4-12; el 18, ante Sta. Barbara (Estados Unidos), con derrota 9-15; el 19 empataron con Calgary (Canadá) 8-8 y triunfaron en los penales 4-3. El 20 de agosto enfrentaron a Blue Thunder (Estados Unidos) y perdieron 5-11; el 21 contra Perth (Australia), con marcador 3-15; y cerraron el torneo el 22 frente a Cannstatt (Alemania), cayendo 4-14. Estos resultados dejaron a Los Pampas en el 6º puesto del certamen.

El waterpolo máster representa el equilibrio entre cuerpo y mente, además de ser un espacio de comunidad y hábitos saludables.

El orgullo, reforzado a cada encuentro internacional, se alimenta también de la mirada de sus pares y del legado intergeneracional: “Me emociona ver cómo en este tipo de competencias hay gente de 75 o más, admirables, que nos marcan el camino. Saber que el deporte puede acompañarnos casi toda la vida es una fortuna inmensa.”

No solo de deporte vive el hombre

Ya en la madurez, Carlos Vozzi decidió formalizar una inquietud de toda la vida: está cursando una Maestría en Filosofía en la Universidad Católica Argentina. Este proceso académico y personal ha transformado su manera de ver el deporte y los vínculos. “Siempre amé la filosofía y ahora estoy muy abocado a ella porque tengo el espacio para dedicarme. Y esto ha enriquecido mucho mi visión del deporte, los vínculos humanos, lo social, lo antropológico. Al punto que en el mundo del deporte me llaman el filósofo argentino, porque siempre aporto una visión que pone en un contexto más holístico estos encuentros de personas que han transitado gran parte del camino de la vida”, dice.

Su entorno familiar, con Laura —su compañera de vida desde 1976—, sus tres hijos y, sobre todo, sus nietas, son una fuente esencial de vitalidad: “Tenemos dos nietas que son el turbo de mi vida. Carolita y Sofía. Me dan más vitalidad que el waterpolo, que cualquier otra cosa en mi vida.”

Lara Vozzi, médica e hija de Carlos, comparte con él la pasión por la medicina y el deporte, en un lazo que une generaciones a través del compromiso y la vocación.

De cara al futuro, se proyecta entrenando y pensando en la próxima cita con el equipo, desafiante y entusiasta: “Voy a jugar en 2027 en Budapest, estoy pensando qué voy a hacer, cómo voy a entrenarme.”

La filosofía, el deporte y la familia se amalgaman en la vida de Carlos Vozzi, quien abraza el pasar de los años con gratitud y energía renovada. Su historia ilumina cómo el waterpolo, practicado en la adultez, es y seguirá siendo una poderosa fuente de salud, pertenencia y construcción colectiva.

“Lo importante es el equipo, la pertenencia y la fraternidad”, afirma Vozzi sobre Los Pampas +65, la selección argentina de waterpolo máster que disputó el Mundial de Singapur 2025.

Es que para Vozzi, la vida y el deporte son como un extenso viaje en tren. Cada uno de los “máster” que integran el equipo comparte el trayecto en un mismo vagón, donde lo esencial no es la comodidad material del asiento ni el lujo de los detalles, sino la calidad del tiempo y las conexiones humanas que se forjan durante el recorrido.

“Muchos de los jugadores -dice- intentamos que la calidad de los vagones sea mucho mejor, no tanto en el material sino la percepción que tenemos al estar dentro del vagón con otros humanos. Y cada tanto sabemos que alguien se va. Eso lo sabemos todos. Pero no estamos pensando mientras viajamos ‘¿che, quién se va a bajar en la próxima?’, siempre estamos pensando hacia dónde vamos, nunca cuándo nos bajamos”.

Así, tener con quién compartir la travesía, disfrutar de cada momento y sentirse acompañado en el viaje de la vida es, para Vozzi, el mayor logro que puede dar el deporte, la amistad y la pasión por seguir remando juntos, aunque el destino final permanezca tan impredecible como el horizonte.