Las mil vidas que Alicia Moreau de Justo vivió en un siglo: feminista pionera, la segunda médica argentina y perseguida por Perón

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Moreau de Justo nació en Londres en 1885 y murió a los cien años. Fue una protagonista de su tiempo

Tal vez había algo en la sangre. O en el espíritu con el que se vivía en esa casa. Quizás fue la mezcla de las dos cosas lo que hizo de Alicia Moreau (que sería “de Justo” a partir de 1922, año en el que se casó con uno de los fundadores del Partido Socialista en Argentina) una mujer de las que no habían existido antes en el país y, también, una mujer que desmalezaría el camino de tantas otras mujeres que siguieron sus pasos.

Alicia Moreau nació en 1885 en medio del exilio de su padre, Armand Moreau, en Londres. Armand, heredero del oficio de una familia que se dedicaba desde hacía varias generaciones al tallado de marfil, participó activamente de la Comuna de París. Ese movimiento insurrecto gobernó la Ciudad Luz por un breve lapso, convencido de que el socialismo debía ser la vía para organizar a la sociedad.

Cuando se reinstauró el gobierno burgués, Armand debió huir como miles de rebeldes. Se escapó a Bélgica y se instaló finalmente en Inglaterra, donde se enamoró de Marie Louise de Nanpont. El 11 de octubre de 1885 tuvieron una hija: Alicia Moreau.

La migración a Buenos Aires fue cuando esa hija era apenas una nena: se instalaron de este lado del Atlántico en 1890. Ya en suelo argentino, Armand se acercó a los grupos de franceses socialistas que se habían instalado en el país. Junto a ellos, ayudaría a fundar el Partido Socialista en 1896. Todo eso era parte de la formación de Alicia, que se convertiría desde muy joven en una protagonista de su tiempo.

Una joven que enseguida llamó la atención

En 1904, Alicia se graduó como maestra de la Escuela Normal Nº 1. Un profesor de Filosofía e Instrucción Moral y Cívica la había influenciado especialmente. Se trataba de Hipólito Yrigoyen, que algunos años después, en 1916, sería el primer presidente elegido en las elecciones más democráticas de las que Argentina había tenido hasta el momento, aunque lo democrático excluyera todavía a todas y cada una de las mujeres.

Hipólito Yrigoyen fue docente de Alicia Moreau en la Escuela Normal Nº 1. Fue una gran influencia para ella, aunque discutían mucho, sobre todo respecto del rol de la mujer en la sociedad y en el matrimonio

El vínculo con Yrigoyen seguiría a lo largo del tiempo, hecho de afecto y de encendidas discusiones sobre los derechos individuales y el rol de la mujer en la sociedad y en el matrimonio. Alicia había empezado desde muy chica a desplegar los rasgos que la convertirían en una pionera del feminismo en la Argentina.

Dos años después de terminar el magisterio, en 1906, Alicia participó del Congreso Internacional de Libre Pensamiento en Buenos Aires. Tenía 21 años y presentó se investigación “Educación y revolución”, un estudio sobre cómo funcionaba la educación en los tiempos de la Revolución Francesa.

El diario socialista La Vanguardia destacó su trabajo como uno de los más importantes de los presentados en el congreso, lo que hizo que el nombre de Alicia Moreau comenzara a tener peso propio, más allá de la herencia ideológica que suponía ser la hija de Armand.

En el congreso, Alicia conoció a figuras centrales del pensamiento socialista de esos años como José Ingenieros, Enrique del Valle Iberlucea y Juan B. Justo, que con los años se convertiría en su marido.

La

Sus reuniones con Belén de Sárraga, una republicana española, la impulsaron a empezar a organizar un movimiento que luchara por los derechos políticos de las mujeres argentinas. Ese mismo año, Alicia fundó el Centro Feminista de Argentina y el Comité Pro Sufragio Femenino junto a Sara Justo y Elvira Rawson de Dellepiane.

Cerca del movimiento obrero

Por el éxito de la investigación que llegó a publicarse en La Vanguardia, Alicia Moreau fue convocada para dar cursos en Sociedad Luz, que se dedicaba a promover la educación obrera. Enseñaba desde filosofía y astronomía hasta cómo prevenir la sífilis y la tuberculosis. En ese espacio se acercó cada vez más a las problemáticas de la clase obrera.

En 1907 ese acercamiento se materializó en su apoyo público a la “marcha de las escobas”, una huelga de inquilinos de los conventillos del sur porteños que reclamaban mejores condiciones edilicias y, sobre todo, que los aumentos desmesurados del alquiler encontraran un tope.

Tres años después, Armand y Alicia fundaron el Ateneo Popular, un espacio que cobraría cada vez más importancia a la hora de difundir cultura entre la clase obrera. Ese mismo año y junto a Cecilia Grierson, la primera médica del país, fue una de las organizadoras del Primer Congreso Femenino Internacional. En 1919, fundó Nuestra Causa, una revista mensual dedicada al mundo de las mujeres y a la lucha por sus derechos.

La segunda médica del país

Mientras su importancia política crecía, Moreau empezó a formarse en la universidad. En 1907 fue una de las primeras seis mujeres en inscribirse en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Era una carrera especialmente vedada a las mujeres, en un momento en el que los estudios superiores en general se reservaban a los varones.

Desde muy joven, Alicia Moreau llamó la atención de sus pares y resultó una inspiración para otras mujeres. Foto: Grosby

Ningún prejuicio la detuvo: en 1914 se convirtió en médica con diploma de honor. Detrás de Grierson, Alicia fue la segunda médica mujer de la Argentina, con una tesis en la que investigó el funcionamiento del ovario. Su mirada del mundo atravesó su práctica profesional.

En su residencia en el Hospital de Clínicas se especializó en ginecología. Después, instaló un consultorio gratuito en el que atendía a mujeres de bajos recursos y a prostitutas. Además, dio clases en la Universidad Nacional de La Plata.

Feminismo en toda la Argentina

Para llevar el movimiento de mujeres más allá de la Ciudad, en 1918 Alicia Moreau fue parte fundamental de la fundación de la Unión Feminista Nacional (UFN). El objetivo era unificar las organizaciones que ya existían en el país. Alfonsina Storni se unió y fue una de las grandes promotoras de la lucha por los derechos de la mujer.

Un año después, Alicia Moreau viajó como delegada argentina al Congreso Internacional de Obreras que se llevó a cabo en Washington, Estados Unidos. También fue parte del Congreso Internacional de Médicas, en el que se destacó por su defensa de una moral única para varones y mujeres.

En 1920 fue una de las organizadoras, como líder de la UFN, de un simulacro de votación para las mujeres. Es que la lucha por el sufragio femenino era uno de los principales reclamos de su generación, y el que encabezaba las movilizaciones que llevaban a esas mujeres a la calle.

Una socialista de sangre y para siempre

En 1921 se afilió al Partido Socialista (PS) y un año después se casó con uno de sus fundadores principales y su gran líder histórico, Juan B. Justo. Tuvieron tres hijos y, tan solo seis años después de haberse casado, Juan B. Justo murió inesperadamente tras un síncope cardíaco. Alicia acusó el golpe en su vida personal, pero no abandonó ninguna de sus luchas.

Alicia Moreau fue la primera mujer en ocupar un cargo oficial en un partido político. Fue parte del Comité Ejecutivo del Partido Socialista

Siendo muy joven, se incorporó al Comité Ejecutivo del partido, y desde ahí coordinó a todas las agrupaciones feministas socialistas de la Argentina. Fue la primera mujer argentina en ocupar oficialmente un cargo dentro de un partido político.

Su trabajo desde el partido fue clave a la hora de discutir temas centrales en términos legislativos. En 1925, estuvo detrás de la ley que limitó la jornada laboral de las mujeres a ocho horas diarias, no más de 48 horas semanales, y que prohibió el despido de mujeres embarazadas y habilitó la licencia para amamantar.

Un año después, impulsó la sanción que equiparó los derechos de hombres y mujeres en cuanto al estado conyugal. También defendía la patria potestad compartida y la habilitación del divorcio vincular.

El reclamo por el voto femenino seguía en el centro del activismo de Alicia Moreau de Justo. En 1932, la socialista elaboró un proyecto de ley que llegó a la Cámara de Diputados de la mano de Mario Bravo, compañero suyo en el partido. El proyecto fue aprobado en la Cámara Baja, pero el Senado, con una amplia mayoría conservadora, lo rechazó.

Una antiperonista prohibida por Perón

El derecho de las mujeres a votar llegaría más de una década después, de la mano del peronismo y, sobre todo, de Eva Perón. Moreau, pionera en el reclamo y deliberadamente antiperonista, consideró que ese impulso “se trataba más de una maniobra política que de una conquista social”. Pero no dudó en celebrar la llegada de ese derecho.

Moreau de Justo impulsó un proyecto de ley en 1932 para que se aprobara el voto femenino. Finalmente, se legalizó durante el peronismo, pero Moreau fue detenida y no pudo ejercer ese derecho por el que había luchado por décadas

No pudo ejercerlo enseguida. El gobierno encabezado por Juan Domingo Perón, al que Moreau de Justo se oponía sin sutilezas por considerarlo autoritario y antidemocrático, la detuvo en 1951. La socialista fue candidata a diputada, pero una prohibición impuesta por el peronismo le valió una detención completamente ilegítima e ilegal, y la imposibilidad de votar, ese derecho por el que había luchado tanto. No fue la única líder feminista no peronista que corrió la misma suerte en esa primera votación a la que accedieron las mujeres.

La persecución de parte del peronismo no se detuvo. En 1953, militantes de ese movimiento incendiaron la Casa del Pueblo, una biblioteca popular y sede del Partido Socialista que Alicia Moreau y Juan B. Justo habían fundado. La Policía fue cómplice del ataque.

Tras la autoproclamada Revolución Libertadora, que derrocó a Perón en 1955, Moreau se sumó a la Junta Consultiva Nacional como representante del Partido Socialista. Se trataba de una especie de órgano integrado por todos los partidos excepto el peronismo proscripto que acompañaba las decisiones de la dictadura. La activista, sin embargo, mostró enseguida sus diferencias respecto de los sectores que apoyaban la represión a los militantes peronistas e instó a una recuperación democrática.

Frente al terrorismo de Estado

Por esos años, llegó a dirigir el periódico La Vanguardia, que era el principal medio de difusión del Partido Socialista. Cuando ese partido se quebró, Moreau se alió a Alfredo Palacios y juntos fundaron el Partido Socialista Argentino.

Cofundadora de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Alicia Moreau fue parte fundamental de la recuperación democrática en 1983

Hacia 1972, ya cerca de cumplir 90 años, Moreau todavía seguía protagonizando la escena pública, algo que ocurrió hasta su muerte en 1986, cuando ya había cumplido un siglo de vida. El año 72 fue el de conformar junto a otros compañeros de militancia la Confederación Socialista Argentina.

Pero había más: en 1975, el año en que cumplió nueve décadas, Moreau de Justo fue una de las fundadoras de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), un órgano fundamental a la hora de resistir y denunciar el terrorismo de Estado de la última dictadura que hubo en la Argentina.

Siempre cercana a las mujeres, Alicia Moreau acompañó a las Madres de Plaza de Mayo en sus primeras rondas frente a la Casa Rosada. En 1979, como integrante de la APDH, fue una de las personas que recibió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en medio de denuncias por graves violaciones a los derechos humanos por parte de la dictadura.

Ya en medio de la recuperación democrática, en 1984, Alicia Moreau fue elegida “Mujer del Año” por la Cámara de Diputados y, por la UBA, como “Médica del Siglo”. Cuando cumplió cien años, en 1985, se la declaró Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. El Teatro Coliseo fue la sede de un gran homenaje para ella.

Murió mientras dormía el 12 de mayo de 1986, a los cien años, y fue velada en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación. Sin haber ocupado nunca una banca, se había convertido en una figura central de la vida política y legislativa de la Argentina.

Su epitafio dice exactamente lo que ella pidió que dijera: “Aquí yace una gran luchadora contra molinos de viento”. Fue protagonista de su tiempo, una pionera del feminismo en la Argentina y en el mundo, y una mujer que nunca dejó de mirar al movimiento obrero, un legado que recibió de su padre y que haría propio para siempre.