Por qué el futuro de Verstappen podría estar lejos de la F1: qué busca el mejor piloto del mundo en las carreras de Endurance

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Max Verstappen volverá a correr en el Nordschleife de 22 kilómetros y apunta a competir en las 24 Horas de Nurburgring (@Max33Verstappen)

Michael Schumacher caminaba por los boxes y se acercó al sector corporativo (también conocido como hospitality) del extinto equipo Arrows, donde corría su ex compañero en Benetton, Jos Verstappen. De repente, fue recibido por el pequeño Max, cuya alegría fue correspondida con la bendición del entonces referente de Ferrari. El destino estaba marcado para ese niño neerlandés, que se crió en los autódromos y que hoy es el mejor piloto del mundo. No se rinde para obtener su quinto título mundial, aunque ya empieza a preparar sus días después de la Fórmula 1.

Viene de conseguir un triunfo rutilante en Azerbaiyán, donde logró el sexto Grand Chelem de su campaña en la Máxima: pole positions, lideró todas las vueltas y se quedó con el récord de vuelta. Volvió a estar en carrera por la defensa de su corona y otra vez depende de él, pese a la superioridad de McLaren, que tiene el 1-2 en el campeonato con Oscar Piastri y Lando Norris.

Nació el 30 de septiembre de 1997 en Hasselt, una ciudad al este de Bélgica y a 40 minutos del famoso circuito de Spa-Francorchamps, pero eligió la nacionalidad de su padre. Su madre, Sophie Kumpen, también corrió y brilló en el karting. Criado en el ambiente, era obvio que iba a dedicarse automovilismo. Heredó de su papá la fuerte personalidad, carisma y el ir siempre a fondo. Pero su talento es superior y lo hizo llegar al gran circo antes que nadie en 75 años de antigüedad que tiene la F1.

A los cuatro años se subió a un karting, en el que empezó a lucirse y en 2013 fue campeón mundial en la clase KZ (motores de 125 cm3), un diamante muy preciado para muchos corredores. Coronarse en el Mundial de la Comisión Internacional de Karting (CIK) de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) es una distinción, porque es la máxima expresión en la escuela del automovilismo, por la paridad, nivel y cantidad de competidores. Ese cetro ecuménico de karts fue el que siempre quiso obtener Ayrton Senna y no pudo a pesar de sus intentos hasta los 22 años.

Aquella época del karting estuvo marcada por los viajes en una casilla junto a su padre, que además de su mentor le preparaba el karting. El crecimiento rústico, los polémicos métodos de su padre y lejos de los lujos, marcaron al actual piloto de Red Bull, que lo reclutó a los 16 años cuando brilló en la Fórmula 3 Europea. En la temporada siguiente llegó a la F1, comenzó a romper récords de precocidad y la historia que todos conocen.

Sin embargo, los años, la gloria, la fama, el glamour y el dinero no cambiaron las bases de aquel chico neerlandés, que se formó en una vieja escuela de automovilismo y en una familia que respiró este deporte, pese a la separación de sus padres. Max mantuvo su fuerte personalidad y su coraza de acero le permitió no dejarse llevar por las críticas que sufrió hacia 2018, por ser considerado por partes de la prensa como un piloto peligroso. En noviembre de ese año le aseguró a Infobae que la gente quiere ver actitud en pista y yo intento dársela.

Todavía integra el sistema, pero con reparos. No le gustan algunos matices de la era de Liberty Media, dueña de Formula One Management (FOM) desde 2017, que es la empresa dueña de los derechos comerciales y difusión de la F1. En octubre de 2021, en plena batalla por su primer cetro ante Lewis Hamilton (Mercedes), le dio una estocada a Hollywood y avisó que no iba a participar de la próxima temporada de Netflix.

En los últimos tiempos la FIA le puso un bozal debido a las sanciones por términos inapropiados, algo que es difícil de entender para quien no maneja a un auto a más de 300 km/h, con el nivel de adrenalina al máximo. El año pasado en Azerbaiyán fue sancionado porque “los comisarios determinaron ordenar una sanción mayor que la anterior y que Verstappen sea obligado a realizar algún trabajo de interés público, en coordinación con el Secretario General del Deporte de la FIA”, planteó el comunicado de la FIA. “No era ni una palabra muy mala. El auto fue una mierda. ¡Perdonen el lenguaje, pero es lo que fue!”, fue la respuesta del campeón del mundo. Al mismo tiempo, recalcó que es normal que los corredores, con la adrenalina que tienen, puedan decir frases de esta índole: “Todos usamos esas palabras, es parte del ambiente, aunque algunos lo hacen más que otros”.

Junto a la pequeña Lily en sus últimas vacaciones. La paternidad lo cambió a Verstappen (@Max33Verstappen)

Cumplirá 28 años el próximo martes y desde 2020 está en pareja con Kelly Piquet (nueve años mayor). Suelen compartir las vacaciones en Brasil y aprovecha para visitar a su suegro, Nelson Piquet, tricampeón de F1 (1981, 1983 y 1987). Se lo nota muy feliz con la modelo de la agencia Mega Model Brasil. Ella es la ex de Daniil Kvyat (son padres de una nena), quien compartió la estructura de desarrollo de pilotos de Red Bull con el neerlandés y hasta tuvieron un buen vínculo…

En tanto que la reciente paternidad de Lily le modificó sus prioridades a Max. “Sí, han cambiado. Además, por supuesto, llegas a casa y hay alguien nuevo, un nuevo miembro de la familia. Y eso es súper bonito. Siempre supe que quería tener hijos, así que tener una hija ahora es estupendo. Lo disfruto mucho. Probablemente también te hace ser un poco más tranquilo en la vida, responsable y darte cuenta de que hay más cosas en la vida que solo la F1”, dijo en una entrevista con Mundo Deportivo. “Hay preocupaciones en la vida. En mi caso, están relacionadas con la familia, con los amigos. Sí, siempre hay cosas que crees que tienes bajo control y luego pasa algo. Típico de la vida. Pero siempre intentas controlar todo lo que puedes”, agregó.

El neerlandés, además, es un purista del automovilismo y le gustaría que regresen los motores V8 o V10. Es el mejor piloto del mundo en esta década y es un abanderado de la esencia de este deporte. Con 24 Grandes Premios en el calendario más largo de la historia de la F1, en los pocos fines de semana libres, Max podría haber aprovechado para descansar y disfrutar de su familia. Pero mientras sus rivales se despejan, Max volverá a correr a bordo de un auto de Gran Turismo (GT) en el circuito más largo y peligroso del planeta, el Nordschleife de Nürburgring, con 22 kilómetros y 176 curvas.

Hace unos meses comenzó en pista con la aventura del Endurance (carreras de larga duración). Tiene el apoyo presupuestario de Red Bull y comenzó a girar en el mítico escenario alemán con una Ferrari 296 GT3. Luego de familiarizarse, no se le cayó ningún anillo cuando debió rendir un examen de admisión el pasado 13 de septiembre. Fue habilitado para correr en GT4 y lo hizo con un Porsche Cayman 718 durante las cuatro horas de la ADAC ACAS Cup de la Nürburgring Langstrecken Serie (NLS), que es el campeonato de resistencia que se corre solo en dicho escenario. Su participación le permitió lograr la licencia GT3 necesaria para correr sin restricciones en el Infierno Verde, como bautizó Jackie Stewart al legendario trazado.

En acción en Nurburgring con el Porsche. Detrás asoma una bandera argentina que fue pintada por fanáticos (@Max33Verstappen)

En su primera presencia en la NLS y siendo debutante, compitió contra pilotos que tuvieron un mejor auto, con más potencia y con menos peso. Además, el resto conoció de memoria el circuito. En la clasificación, Verstappen quedó a solo 15 segundos del autor de la pole position, una buena faena tomando en cuenta su escasa experiencia en ese autódromo y el tipo de auto, ya que siempre corrió en monopostos. En la carrera completó las 14 vueltas necesarias que le permitieron obtener la licencia A-Permit. Luego, le entregó el Porsche a su compañero de equipo Lulham, que culminó séptimo en su clase y 27º sobre 100 participantes en la clasificación general.

Max se mostró en Nürburgring como uno más. Se lo vio sonriente y disfrutó de un automovilismo semi amateur, pero con sobrada pasión. Este sábado, el neerlandés volverá a correr, pero lo hará sobre la Ferrari 296 GT3 en la NLS. Luego de su debut en carrera en el Ring (como también se lo conoce a Nürburgring), Emil Frey Racing, el jefe del equipo que atiende el coche de Maranello, sentenció: “Estamos listos, él quiere correr”.

El pasado fin de semana, en Azerbaiyán, Verstappen se refirió a su decisión de probar en otras categorías, con otra clase de autos y en un circuito que es extraordinario en todo sentido. “Todo depende de tu mentalidad como piloto, porque si tu mentalidad está fijada solo en la Fórmula 1 y no quieres cambiar esa percepción, entonces es como hablar con una pared”, dijo en las ruedas de prensa organizadas por Red Bull en su sector corporativo. Los testimonios fueron publicados por Motorsport.

También aportó una interesante reflexión y recalcó que hay vida después de la F1: “Algunos de los pilotos con los que tengo más relación sueñan con la F1. Siempre les aconsejo mantener las opciones abiertas, por si acaso las cosas no salen bien, porque no todos reciben la oportunidad, incluso aunque tengas el talento suficiente”.

Festejando su triunfo en Azerbaiyán, donde fue acompañado por su abuela (@Max33Verstappen)

Sobre las carreras de larga duración opinó que “también creo que en las carreras de resistencia existen muchas oportunidades para tener una buena carrera profesional. Centrarse ciegamente en la F1 puede ser un peligro”.

Al ser consultado por Fernando Alonso, quien también se volcó durante dos años al Endurance, e incluso ganó las 24 Horas de Le Mans, fue campeón mundial en la clase Hypercar, corrió las 500 Millas de Indianápolis y el Rally Dakar, destacó que “lo que él ha hecho antes, como participar en resistencia o incluso en el Dakar, por ejemplo, es una locura. Eso demuestra que él también tiene verdadera pasión por las carreras, no importa si es un coche de F1 o no”.

El Endurance y un automovilismo sin presiones, con guiños de otra época, le calzan justo a este piloto que tiene matices de cómo eran los corredores en los años setenta. Verstappen transmite libertad y un sistema cada vez más asfixiante para los corredores en la F1 puede llevarlo a continuar su actividad en otra clase de carreras, como son las de larga duración. Ya ganó cuatro títulos mundiales y puede ganar más. Pero no le obsesiona seguir incrementando sus números en la Máxima, que marcan 67 victorias, 120 podios, 46 poles positions y 35 récords de vueltas.

Verstappen con la Ferrari 296 GT3 que correrá este sábado en Nürburgring

Si bien tiene en la mira cosechar más gloria en la Máxima, Verstappen se prepara para sus días más allá de los Grandes Premios. De momento tiene contrato con Red Bull hasta 2028, pero se habla de un posible cambio a Mercedes en 2027 debido a una cláusula de rendimiento del auto y posición al término de la primera parte de una temporada que tendría en su contrato con la escudería austriaca. El año próximo habrá un cambio drástico de reglamento, los autos serán diferentes y su equipo estrenará motores Ford en lugar de los Honda que lo llevaron a la gloria a Max. Más allá de todo, habrá que ver si a los 35/40 años aún estará en la F1. No se caracteriza por el lujo ni le quita el sueño las redes sociales. La atmósfera de la Máxima parece dejar de ser su hábitat. Un automovilismo más natural y humano podría estar en su horizonte.

En plena pandemia, Verstappen corrió contra entusiastas amateurs en las carreras electrónicas, ya que también es un apasionado del simulador. Su vuelco a las carreras de Endurance y el objetivo de Nürburgring tiene que ver con el hambre que tiene este fuera de serie, que ya sabe que en 2026 tendrá libre el fin de semana de las 24 Horas en el icónico escenario germano. Por eso se empieza a preparar para ese gran desafío. Este sábado clasificará a las 3.30 (hora de Argentina) y correrá a las 7.

Sus padres fueron pilotos. Su suegro es tricampeón mundial. Su hija Lily tiene sangre campeona mundial. A Max Verstappen le corre nafta por las venas y por eso vive por y para el automovilismo.